Cuarto domingo a San José
San José sufre al oír que María y Jesús padecerán, pero se alegra al ver confirmada la misión del niño.

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Por la señal de la Santa Cruz,
de nuestros enemigos,
líbranos Señor Dios nuestro.
En el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo,
Amén.
San José, fiel custodio de Jesús y María,
intercede por la salvación del alma mía.
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo,
Dios y Hombre
verdadero, mi Redentor.
Por ser quién eres, bondad infinita,
y porque te amo
sobre todas las cosas,
me arrepiento de todo corazón
de haberte ofendido.
Lo hago porque no quiero cargar
con las penas del infierno.
Ayudado de tu divina gracia,
propongo firmemente
nunca más pecar,
confesarme y cumplir la penitencia
que me fuere impuesta.
Amén
Ofrecimiento
Glorioso Patriarca San José,
eficaz consuelo de los afligidos y
seguro refugio de los moribundos;
dignaos aceptar el obsequio
de este ejercicio que voy a rezar
en memoria de vuestros
siete dolores y gozos.
Y así como en vuestra feliz muerte,
Jesucristo y su madre María
os asistieron y consolaron
tan amorosamente,
así también vos, asistidme
en aquel trance, para que,
no faltando yo a la fe,
a la esperanza y a la caridad,
me haga digno,
por los méritos de la sangre
de nuestro Señor Jesucristo
y vuestro patrocinio,
de la consecución de la vida eterna,
y por tanto de vuestra
compañía en el Cielo.
Amén.
Cuarto Dolor
La profecía de Simeón, al predecir los sufrimientos de Jesús y María.
«Y los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: He aquí, este está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones.».
(Lucas 2, 34-35)
Cuarto Gozo
Al escuchar la armonía del coro de los ángeles y observar la gloria de esa noche.
«Porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel».
(Lucas 2,30-32)
Oh glorioso San José, obediente a la Ley de Dios, qué dolor sentiste al escuchar la profecía de Simeón anunciando que una espada atravesaría el corazón de María y que Jesús también sufriría. Pero ¡cuál no fue tu gozo al escuchar que tu Hijo sería la salvación de muchos!
Por este dolor y este gozo, acompáñanos siempre, ¡ayúdanos!, a aceptar con valentía los sufrimientos que Dios permite en nuestras vidas, y a confiar en que, a través de ellos, Él realiza Su obra de salvación. Que podamos ofrecer nuestro dolor en unión con Cristo y encontrar consuelo en la esperanza de Su redención.
San José, esposo de María y padre adoptivo de Jesús, ruega por nosotros.
Padre Nuestro
Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
R/
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.
Amén.
Ave María
Dios te salve, María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R/
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
Gloria
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
San José
Ruega por nosotros, San José
R/
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
Oración
Dios, que con inefable providencia
te dignaste elegir al bienaventurado José
por esposo de tu Santísima Madre:
concédenos que, pues le veneramos
como protector en la tierra,
merezcamos tenerle como intercesor en los cielos.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.Amén
En el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo,Amén.