Peregrinos de la esperanza
año jubilar 2025
Serie semillas de esperanza
Novena Semilla: El Discipulado
Padre Reegan Soosai, CMF
Misionero Claretiano
“Ser discípulo de Jesús implica estar abiertos al aprendizaje, vivir con conciencia plena y reflejar su amor en nuestra vida diaria.”

¡Queridos peregrinos de Esperanza del año jubilar 2025!
Mis queridos Peregrinos de la Esperanza,
¿Quién es un discípulo?
La palabra discípulo proviene del latín discipulus, que significa “estudiante, aprendiz o seguidor.”
En la Biblia, se usó por primera vez para referirse a un seguidor de Jesús. La palabra griega utilizada es mathētḗs (μαθητής), que significa “alguien que aprende a través de la instrucción de otro.”
Un discípulo está abierto a aprender y reaprender. También es una persona disciplinada, dispuesta a sacrificarse para alcanzar el objetivo final. Reflexionemos sobre qué significa realmente ser discípulo de Jesús y cómo podemos vivir nuestro discipulado en nuestra vida diaria.
Aceptar a Jesús como Maestro
¿Has aceptado verdaderamente a Jesús como tu Maestro? Si es así, ¿qué implica esto?
Jesús dijo:
“Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros”
(Juan 13:13-14).
Seguimos a un Maestro que fue disciplinado, es decir, sacrificó su vida por un bien mayor. ¿Y nosotros?
Un discípulo es alguien que está despierto a la Verdad, la Libertad, la Bondad y la Belleza, que se revelan plenamente en Cristo.
El Llamado a la Conciencia
Reflexionemos sobre esta historia:
Ningún estudiante de Zen se atrevía a enseñar a otros sin haber vivido al menos diez años con su Maestro.
Tenno, tras completar su aprendizaje, obtuvo el rango de maestro.
Un día, fue a visitar al Maestro Nan-in. Era un día lluvioso, por lo que Tenno llevaba zuecos de madera y un paraguas.
Al entrar, Nan-in le preguntó:
“Dejaste tus zuecos de madera y tu paraguas en el porche, ¿verdad? Dime, ¿pusiste tu paraguas a la derecha o a la izquierda de los zuecos?”
Tenno se sintió avergonzado—no sabía la respuesta. Se dio cuenta de que le faltaba conciencia.
Así que decidió convertirse nuevamente en discípulo de Nan-in y pasó diez años más aprendiendo conciencia continua.
El discípulo de Jesús está llamado a estar plenamente presente, plenamente consciente y plenamente vivo a los movimientos del Espíritu Santo.
Jesús enfatizó constantemente la necesidad de estar despiertos:
“Velen y oren para que no caigan en tentación”
(Mateo 26:41).
Otra historia nos ayuda a reflexionar:
El diablo salió a caminar con un amigo. Vieron a un hombre adelante que se agachó y recogió algo del suelo.
“¿Qué encontró ese hombre?”, preguntó el amigo.
“Un pedazo de Verdad”, respondió el diablo.
“¿Eso no te preocupa?”, preguntó el amigo.
“No”, dijo el diablo, “lo dejaré convertirlo en una creencia.”
Una creencia religiosa es una señal que apunta hacia la Verdad. Pero si nos aferramos a la señal en lugar de seguir a donde nos dirige, corremos el riesgo de perder la Verdad misma. Jesucristo, dijo:
“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”
(Juan 14:6).
El Discipulado: Un Viaje de Toda la Vida
Como cristianos, somos bautizados, pero no nos convertimos en verdaderos discípulos de Jesús hasta que resucitemos con Él en la vida eterna. El discipulado es un viaje, una peregrinación de gracia y misión.
Una cosa es segura: tenemos la presencia del Espíritu Santo, que nos ayuda a ser más como Jesús, es decir, a convertirnos en sus verdaderos discípulos.
“Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que les he dicho”
(Juan 14:26).
Como discípulos de Jesús, enfrentamos rechazo, pruebas y sufrimiento, pero nada nos separará de su amor:
“¿Quién nos separará del amor de Cristo?
¿Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro o espada?”
(Romanos 8:35).
Las Marcas de un Verdadero Discípulo
Jesús nos dio signos claros del verdadero discipulado:
- Amor:
“En esto conocerán todos que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros”
(Juan 13:35). - Fe de Niño:
“Les aseguro que si no cambian y se vuelven como niños, no entrarán en el Reino de los cielos”
(Mateo 18:3). - Perdón:
“Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen”
(Mateo 5:44). - Sacrificio:
“El que quiera ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y me siga”
(Lucas 9:23).
El mandato que hemos recibido es claro:
“Vayan y hagan discípulos de todas las naciones” (Mateo 28:19.
Esto significa hacer de otros nuestros compañeros en el camino de la vida y la salvación.
Ser discípulo de Jesús en el mundo actual es un gran desafío: exige coherencia entre nuestras palabras y nuestras acciones. Requiere vivir auténticamente, ser inclusivos y caminar juntos para transformar la sociedad.
Sin embargo, el discipulado es un signo de esperanza, porque un discípulo sabe en quién ha puesto su confianza:
“Yo sé en quién he creído, y estoy convencido de que Él tiene poder para guardar hasta aquel día lo que le he confiado”
(2 Timoteo 1:12).
Un discípulo sabe que su Maestro nunca lo abandonará. Un discípulo sabe que su Maestro lo guiará a través de las tormentas de la vida. Así que seamos discípulos buenos, amorosos y auténticos de Jesús, porque ese es el testimonio más poderoso de esperanza que podemos dar al mundo.
“Así alumbre su luz delante de los hombres, para que vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en los cielos”
(Mateo 5:16).
¡Somos peregrinos de la esperanza!
¡Que viva la esperanza!