Peregrinos de la esperanza
año jubilar 2025
Serie semillas de esperanza
Semilla 15: El Sentido del sufrimiento

Padre Reegan Soosai, CMF
Misionero Claretiano

En esta Semilla de Esperanza reflexionamos sobre el misterio del sufrimiento a la luz de la fe cristiana, aprendiendo a abrazarlo con sentido, humildad y esperanza, unidos a Cristo en su cruz y resurrección.

Ilustración de la semilla 15 de esperanza. Jesús cargando la cruz en medio de luz dorada, acompañado por figuras humanas que también cargan sus cruces.
Audio reflexión Padre Reegan

¡Queridos peregrinos de Esperanza del año jubilar 2025!

Mis queridos Peregrinos de la Esperanza,

Todos, en algún momento, nos hacemos estas preguntas:

¿Por qué sufro?
¿Cuál es el propósito del sufrimiento?
¿Cuánto tiempo durará?
¿Tiene fin?

Buda dijo una vez:

“El deseo produce sufrimiento.”

También existe un dicho conocido:

“El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional”

que nos recuerda que nuestra actitud importa:

¿Afrontamos el dolor con amargura o con un corazón agradecido?

Al comenzar la Semana Santa, con el Domingo de Ramos (también llamado Domingo de la Pasión), contemplamos el sufrimiento y muerte de nuestro Señor Jesucristo. Es un momento sagrado para reflexionar sobre cómo la teología cristiana da un significado profundo al sufrimiento a través del misterio central de nuestra fe: Pasión, muerte y resurrección de cristo (cf. 1 Corintios 15:3–4).
Todos experimentamos sufrimientos de diversas formas y grados. Detengámonos a explorar su significado más profundo.

Comprendiendo la raíz de la palabra “Sufrimiento”

  • En latín, sufferre significa “soportar desde abajo.”
  • En griego, paskho significa “padecer o experimentar.”
  • En hebreo, saval significa “cargar un peso o soportar,” y anah significa “ser humillado.”

Todas estas raíces nos invitan a ver el sufrimiento no como castigo, sino como una experiencia transformadora. Puede hacernos más humildes, moldearnos y convertirse en algo que llevamos—no solos, sino con fe y propósito.

Sufrir con sentido: El camino de cristo

Aclaremos algo:

No buscamos el sufrimiento, pero el sufrimiento forma parte de nuestra condición humana, está entretejido en nuestra existencia desde el inicio.
(cf. Génesis 3:16–19)

Lo que sí podemos hacer es darle sentido, como lo hizo Jesús.

Él no buscó el dolor por sí mismo. Buscó amar plenamente, ser justo, vivir en la verdad y en la compasión. Y fue precisamente por estas intenciones santas que aceptó la Cruz.

Como dice la Escritura:

“Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto…”
(Isaías 53:3).

“Por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando la vergüenza…”
(Hebreos 12:2)

Nuestra fe cristiana nos enseña que no hay salvación sin cruz. Como dice Jesús:

“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame.”
(Lucas 9:23)

Dar sentido al sufrimiento propio

He conocido personas que llevan su sufrimiento con una sonrisa sorprendente. No porque disfruten del dolor, sino porque han logrado darle un propósito. Algunos lo ofrecen por la paz, por la sanación, o por el bien de los demás (cf. Colosenses 1:24).

Y como nos recuerda San Pablo:

“Nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; la paciencia, carácter; y el carácter, esperanza.”
(Romanos 5:3–4)

En el budismo, el sufrimiento (dukkha) es visto como parte natural de la vida, y comprenderlo es el primer paso hacia la liberación.

En el judaísmo, se entiende como un camino necesario de purificación para una fidelidad más profunda a Dios.

“El sufrimiento deja de ser sufrimiento en el momento en que encuentra un sentido”
(Viktor Frankl, sobreviviente del Holocausto y psiquiatra)

Incluso en el dolor más inimaginable, uno puede encontrar propósito en el amor, la actitud, la fe o una causa más grande.

¿Cómo abrazar el sufrimiento de manera redentora?

Permítete sentirlo

  • Negarlo o anestesiarlo solo lo prolonga.
  • Date espacio para sentir, sin juicio.
  • Pregúntate: ¿Qué me quiere enseñar este dolor?

“Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón, y salva a los contritos de espíritu.”
(Salmo 34:18)

Busca la lección o la invitación

Pregunta: ¿Qué me pide esta experiencia?

  • ¿Valentía?
  • ¿Soltar?
  • ¿Paciencia?
  • ¿Amor propio más profundo?
  • Cambia el:
    “¿Por qué a mí?”
    por:
    “¿Para qué?” o “¿Y ahora qué?”

Practica la presencia

  • La atención plena y la oración te ayudan a sostener el sufrimiento con dulzura.
  • Di: “Estoy sufriendo, pero no soy solo mi sufrimiento.”

“Estad quietos, y conoced que yo soy Dios.”
(Salmo 46:10)

Reenfócalo

  • Mira el sufrimiento como un maestro sagrado, no como un enemigo.
  • Muchos dicen que su mayor crecimiento vino del mayor dolor.
  • El sufrimiento puede ser:
    o Un fuego purificador (cf. Zacarías 13:9)
    o Un vientre de transformación
    o Una cruz que conduce a la resurrección

Deja entrar a los demás

  • No sufras en soledad. Ser vulnerable es profundamente humano.
  • Compartir el dolor puede convertir el aislamiento en conexión.

“Llevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.”
(Gálatas 6:2)

Crea desde el dolor

  • Escribe, canta, pinta, baila… canaliza el dolor en algo con forma y voz.
  • Muchas de las obras más bellas nacieron de corazones heridos.

Ríndete (sin rendirte)

  • Rendirse no es lo mismo que resignarse.
  • Dejar ir, no por derrota, sino por confianza.

“Padre, no se haga mi voluntad, sino la tuya.”
(Lucas 22:42)

Mantras de esperanza

  • “Este dolor no es el final de mi historia.”
  • “Puedo sostener el dolor y la esperanza a la vez.”
  • “Estoy aprendiendo a hacerme amigo de lo que antes temía.”

En conclusión

Como dijo Jesús:

“No os angustiéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su propia preocupación.”
(Mateo 6:34)

Vivamos el presente. Confiemos en que, si sufrimos por amor, por justicia, por la verdad, Cristo está con nosotros cargando la cruz a nuestro lado (cf. Mateo 11:28–30).

Que esta semilla crezca en nosotros, en esperanza, confianza y una conciencia más profunda de lo que verdaderamente importa.

Que nos enseñe a transformar el dolor en propósito y a caminar el camino de la cruz con la resurrección en el horizonte.

¡Somos peregrinos de la esperanza!
¡Que viva la esperanza!

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