Peregrinos de la esperanza
año jubilar 2025
Serie semillas de esperanza
Semilla 34: El lugar del dinero

Padre Reegan Soosai, CMF
Misionero Claretiano

El dinero, aunque necesario, puede convertirse en ídolo si domina nuestras decisiones.

Audio Padre Reegan

Queridos peregrinos de Esperanza del año jubilar 2025!

La frase final del Evangelio de esta semana:

No podemos servir a dos señores, a Dios y al dinero. 

nos invita a reflexionar sobre el papel del dinero: 

¿Qué piensas ?

¿Cuál es el papel del dinero en tu vida?

¿Puedes imaginar vivir sin dinero durante un día o una semana?

¿Qué sería posible y qué no sería posible?

Todos buscamos seguridad en la vida, y sentimos que sin una seguridad adecuada (especialmente la seguridad financiera) nuestra vida sería un caos.

Suelo decir que necesitamos cinco tarjetas para vivir en Canadá:

  • tarjeta de crédito
  • tarjeta médica
  • licencia de conducir
  • tarjeta de débito
  • tarjeta de seguro social.

El dinero es una de las realidades más poderosas en nuestra vida personal y en el mundo

Por un lado, es una herramienta práctica, un medio de intercambio que ayuda a las personas a obtener alimento, ropa, vivienda y otras necesidades. 

Pero por otro lado, se ha convertido en mucho más que eso: un símbolo de poder, estatus y seguridad. La humanidad ha permitido que el dinero moldee no solo la economía, sino también las relaciones, los valores e incluso la fe.

El desafío, entonces, no es si el dinero en sí es bueno o malo, sino cómo nuestra actitud hacia él da forma a nuestra vida y a nuestras sociedades.

El dinero en la vida personal

El dinero suele verse como la medida del éxito. Desde temprana edad se nos enseña que la seguridad financiera trae felicidad y estabilidad. Aunque es cierto que el dinero puede brindar comodidad, un apego excesivo conduce a la ansiedad, la codicia e incluso a la ruptura de los lazos familiares.

Muchas familias sufren tensiones debido a problemas económicos o disputas por herencias. Las amistades y los matrimonios pueden debilitarse cuando el dinero se convierte en la preocupación central, generando desconfianza o envidia.

El corazón humano puede pasar fácilmente de usar el dinero como una herramienta a ser esclavizado por él.

El dinero a nivel global

El papel del dinero resulta aún más evidente. Los sistemas económicos a menudo priorizan las ganancias sobre las personas, lo que conduce a la explotación de los trabajadores, al aumento de la desigualdad y a la destrucción del medio ambiente.

Muchas guerras han sido alimentadas por el deseo de riqueza y recursos. A veces las naciones tratan a los seres humanos como simples instrumentos en la búsqueda de beneficios financieros.

El Papa Francisco hablaba con frecuencia de la “economía que mata”, en la que el mercado valora más las ganancias que la dignidad de la persona humana, convirtiendo el dinero en un ídolo que reemplaza a Dios en la vida de las personas.

El dinero en la Biblia

La Biblia no guarda silencio sobre sus peligros. En Timoteo leemos: 

“Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males.”
(1 Timoteo 6,10)

Nótese que no es el dinero en sí, sino el amor a él, el apego y la obsesión, es lo que corrompe. El mismo Jesús advirtió: 

“No pueden servir a Dios y al dinero.”
(Mateo 6,24)

El “mamón” representa la riqueza cuando se convierte en un dios rival. Cuando la humanidad se inclina ante el dinero, las relaciones se rompen, la justicia se ve comprometida y se pierde la paz.

Pero las Escrituras también nos dan soluciones. La primera es la confianza en la providencia de Dios. En el evangelio de Mateo, Jesús dice a sus discípulos que no se preocupen por lo que van a comer o vestir, sino que:

“Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura.”
(Mateo 6,31–33)

Este pasaje no alienta la pereza; redirige nuestras prioridades.

El dinero nunca debe dominar nuestras decisiones; el Reino de Dios sí.

En segundo lugar, la primera comunidad cristiana nos da un modelo: 

“Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común. Vendían propiedades y posesiones y repartían a todos según la necesidad de cada uno”
(Hechos 2,44–45)

La generosidad y la solidaridad, no la codicia, edificaron a la Iglesia primitiva.

¿Podemos vivir sin dinero?

En la práctica, en el mundo interconectado de hoy, la eliminación total del dinero parece imposible. Sin embargo, lo que sí podemos hacer es vivir con un espíritu que no dependa de él.

Podemos cultivar el desapego, la sencillez y la generosidad. Tal vez no logremos abolir el dinero, pero sí podemos crear comunidades donde el compartir, el apoyo mutuo y el cuidado de los pobres reduzcan la dominación del dinero sobre las relaciones humanas. La llamada de Jesús al joven rico:

“Anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo”
(Mateo 19,21)

sigue recordándonos que la vida eterna depende no de la riqueza, sino del amor.

La solución, entonces, es devolverle al dinero su lugar correcto: ser un sirviente, no un amo.

A nivel personal, esto significa practicar la generosidad, vivir con sencillez y evitar la trampa de medir nuestro valor por la riqueza material.

A nivel social, implica estructuras económicas justas, prácticas empresariales éticas y políticas que protejan a los más vulnerables.

A nivel espiritual, requiere una profunda confianza en la providencia de Dios y la fe en que nuestro verdadero tesoro no está en los bancos ni en las posesiones, sino en el cielo (Mateo 6,19–20).

Vivir el desapego del dinero en la vida diaria

Aquí tienes cinco maneras sencillas:

1. Practica la gratitud cada día

Empieza y termina el día dando gracias a Dios por lo que ya tienes. La gratitud cambia el corazón del deseo de más hacia la valoración del presente. (cf. 1 Tesalonicenses 5,18)

2. Da con regularidad y con alegría

Separa una parte de tus ingresos para los pobres, la Iglesia o una causa caritativa. Incluso los pequeños gestos de generosidad debilitan el poder del dinero en tu corazón. (cf. 2 Corintios 9,7)

3. Elige la sencillez sobre el lujo

Antes de comprar algo, pregúntate: “¿Realmente necesito esto?” Evita el gasto innecesario y aprende a encontrar alegría en una vida sencilla. Jesús alabó a la viuda pobre que dio todo lo que tenía (Marcos 12,41–44).

4. Valora más las relaciones que las posesiones

Da prioridad al tiempo con la familia, los amigos y la comunidad en lugar de perseguir más ingresos o bienes materiales. El amor y la presencia valen más que la riqueza. (cf. Mateo 6,21)

5. Confía en la providencia de Dios

Sustituye la preocupación por el dinero con la oración. Jesús dijo: 

“No se preocupen por el mañana”
(Mateo 6,34)

Confiando en el cuidado de Dios, aprendemos a sostener el dinero con ligereza en lugar de aferrarnos a él.

En conclusión:

El dinero es necesario pero peligroso. Puede servir a la humanidad cuando se maneja con sabiduría, pero también puede esclavizar cuando se adora como un ídolo.

El Evangelio nos ofrece el camino del desapego, la generosidad y la justicia.

Si aprendemos a dominar el dinero en lugar de ser dominados por él, redescubriremos relaciones auténticas, paz en nuestro corazón y comunión con Dios.

¡Somos peregrinos de la esperanza!
¡Que viva la esperanza!

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