Peregrinos de la esperanza
año jubilar 2025
Serie semillas de esperanza
Semilla 28: Escuchar
Padre Reegan Soosai, CMF
Misionero Claretiano
Escuchar, como nos enseña Jesús, es un acto sagrado que transforma vidas.

¡Queridos peregrinos de Esperanza del año jubilar 2025!
En la historia de Marta y María, Jesús nos invita a ser oyentes atentos y compasivos.
Escuchar no es simplemente una actividad pasiva, sino un acto sagrado que tiene el poder de transformar tanto a nosotros mismos como a quienes nos rodean.
Jesús mismo fue un oyente maestro. Porque realmente escuchaba con el corazón, con compasión y sin prejuicios. Jesús pudo tocar y transformar las vidas de miles durante su ministerio en la tierra.
“Entonces el Señor dijo:
‘He visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto; he oído su clamor a causa de sus opresores. Ciertamente conozco sus sufrimientos.’”
(Éxodo 3:7 - NRSV)
La palabra hebrea para escuchar, “Shema”, significa mucho más que solo oír palabras. Implica una escucha total y con todo el corazón. Una escucha que naturalmente se traduce en acción. Es una escucha que da vida, a uno mismo y a los demás.
Reflexiona un momento:
¿Cuándo fue la última vez que escuchaste a alguien.
Realmente escuchaste sin distracciones, suposiciones o juicios?
¿Te consideras un buen oyente?
¿Puedes recordar tu última conversación significativa y qué tan presente estuviste en ella?
Dios nos ha dado dos oídos y una boca, un suave recordatorio de que estamos llamados a escuchar más de lo que hablamos.
El Evangelio nos dice que:
“María escuchaba atentamente los acontecimientos de la vida de su Hijo y los guardaba todos en su corazón, reflexionando profundamente en ellos”
(Lucas 2:19)
Su escucha silenciosa se convirtió en fuente de fortaleza y discernimiento.
De hecho, escuchar atentamente, con reverencia, empatía y cuidado, es señal de una vida llena de esperanza. Al escuchar, ofrecemos esperanza, no solo a otros, sino también a nosotros mismos.
Desglosando la palabra “Shema”
La palabra hebrea “Shema” (שְׁמַע) está entre las palabras y oraciones más sagradas y centrales de la tradición judía. Aparece en una de las declaraciones de fe más importantes de las Escrituras Hebreas:
שְׁמַע יִשְׂרָאֵל, יְהוָה אֱלֹהֵינוּ, יְהוָה אֶחָד
Shema Yisrael, Adonai Eloheinu, Adonai Echad
“Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios, el Señor es Uno.”
(Deuteronomio 6:4)
Este versículo, junto con Deuteronomio 6:5–9, 11:13–21 y Números 15:37–41, conforma la oración Shema, que los judíos observantes recitan diariamente. Proclama la unidad de Dios y el amor de alianza entre Dios y su pueblo.
Pero Shema significa mucho más que simplemente “escuchar”:
En hebreo bíblico, oír es escuchar atentamente, entender y actuar. No existe una palabra separada para “obedecer”. Hacer Shema es obedecer. Si alguien oye pero no responde, no ha hecho verdaderamente Shema.
Así, Shema expresa una verdad profunda:
Escuchar de verdad, comprometidamente y con respuesta, está en el corazón mismo de nuestra relación con Dios.
¿Estamos listos para hacer Shema?
¿Estamos preparados para hacer Shema para escuchar a Dios, a los demás, a nosotros mismos, e incluso a la creación?
Cuando escuchamos con amor, respeto y compasión, construimos relaciones basadas en la confianza y llenas de esperanza. Relaciones que perduran y sanan.
Pero cuando no escuchamos activamente, especialmente en el sentido espiritual, relacional o moral reflejado en la palabra Shemal, pueden surgir consecuencias significativas, tanto personales como comunitarias:
Perdemos el significado y la verdad profunda
La escucha activa nos permite entender, no solo oír. Nos ayuda a captar emociones, necesidades y verdades que están debajo de la superficie. Sin ella:
- Nos arriesgamos a malinterpretar la Palabra de Dios o entender mal a otros.
- Nos quedamos en la superficie, sin transformar.
Las relaciones sufren
La mala escucha debilita nuestras conexiones.
- En las relaciones humanas, hace que otros se sientan ignorados o menospreciados.
- En nuestra relación con Dios, cierra nuestros corazones a Su voz, Su voluntad y Su amor.
Perdemos el camino
En las Escrituras, escuchar a Dios conduce a caminos de justicia, misericordia y verdad. No escuchar puede:
- Llevar a confusión, desobediencia o egoísmo.
- Seguir nuestros propios impulsos en lugar del llamado de Dios.
Nos insensibilizamos
El fracaso repetido para escuchar nos adormece:
- Puede endurecer nuestro corazón, como Faraón en Éxodo.
- Embota nuestra sensibilidad a la voz de Dios, al clamor de los pobres o al gemido de la creación.
Rompemos la alianza
Escuchar está en el corazón de la alianza entre Dios y su pueblo.
- Cuando fallamos en escuchar, debilitamos ese sagrado vínculo de amor y responsabilidad.
- Nos volvemos espectadores pasivos en lugar de participantes activos en el plan salvador de Dios.
Advertencia bíblica
En Jeremías, Dios lamenta:
“Pero no escucharon ni prestaron atención; en cambio, siguieron las obstinadas inclinaciones de sus malos corazones.”
(Jeremías 7:23–24)
Cuando fallamos en hacer Shema, no solo perdemos palabras, perdemos sabiduría, dirección y transformación.
La mala escucha tiene graves consecuencias en nuestras relaciones personales, la comunicación social e incluso en cómo respondemos a los desafíos globales. Así se manifiesta en cada área:
Mala escucha en las redes sociales
Las plataformas de redes sociales a menudo promueven la reacción más que la reflexión. Cuando las personas no escuchan atentamente ni se comprometen profundamente:
- Interacciones superficiales dominan: “me gusta” rápidos, comentarios airados y cámaras de eco reemplazan el diálogo reflexivo.
- Los malentendidos se esparcen rápido: sin escuchar o verificar el contexto, la gente reacciona emocionalmente a titulares o medias verdades.
- Aumenta la polarización: sin verdadera escucha, la gente habla uno a otro, no entre sí, profundizando divisiones.
- Las voces de los vulnerables se ahogan: quienes más necesitan ser escuchados—víctimas de injusticia, grupos marginados—a menudo son ignorados o desestimados en el ruido.
Shema nos recuerda que escuchar requiere atención, respeto y respuesta, no solo desplazarse o reaccionar.
Mala escucha en la vida familiar
En las familias, la falta de escucha atenta causa dolor y distancia:
- Los niños se sienten invisibles o incomprendidos cuando los padres están demasiado distraídos para escuchar de verdad.
- Los cónyuges se distancian cuando la comunicación se vuelve rutinaria, apresurada o reactiva.
- Los conflictos escalan cuando escuchamos solo para responder, no para entender.
- Los miembros ancianos o vulnerables de la familia se sienten aislados cuando sus historias o preocupaciones son dejadas de lado.
Practicar Shema en el hogar significa escuchar con empatía, dejar de lado distracciones y estar presentes el uno para el otro.
Mala escucha en las crisis globales
Muchos desafíos globales persisten o empeoran por no escuchar:
- Crisis ambiental: ignoramos el clamor de la Tierra y las advertencias científicas. No hacemos Shema al gemido de la creación.
- Pobreza y desigualdad: a menudo no escuchamos las verdaderas necesidades y soluciones planteadas por quienes sufren.
- Conflictos y guerras: frecuentemente impulsados por la falta de escucha a la historia, cultura, agravios o esperanzas legítimas de los pueblos.
- Migración y refugiados: las historias y sufrimientos de migrantes se ahogan en la retórica política o el miedo.
Escuchar globalmente significa oír el clamor de los pobres, del planeta y de las futuras generaciones y responder con justicia y compasión.
Una invitación final
Imitemos a Jesús en su escucha profunda y compasiva. Escuchemos la Palabra de Dios, el dolor de los demás, los movimientos de nuestro propio corazón y la voz silenciosa de la creación.
Escuchar no es debilidad, es fortaleza.
No es pasivo, es activo y transformador.
No es opcional, es esencial para el amor, la fe y la vida misma.
Así que, escucha—Shema, pueblo de Dios.
Y conviértete en un faro de esperanza en un mundo que desesperadamente necesita ser escuchado.
¡Somos peregrinos de la esperanza!
¡Que viva la esperanza!