Peregrinos de la esperanza
año jubilar 2025
Serie semillas de esperanza
Semilla 21: Bendiciones
Padre Reegan Soosai, CMF
Misionero Claretiano
Inspirados en el gesto de Jesús al bendecir antes de ascender al cielo, esta reflexión nos invita a redescubrir el poder espiritual de la bendición.

¡Queridos peregrinos de Esperanza del año jubilar 2025!
Como siempre, inspirándonos en el Evangelio, hoy los invito a reflexionar conmigo sobre el don y el misterio de la bendición.
Antes de ascender al cielo, Jesús levantó las manos y bendijo a sus discípulos (Lucas 24,50–51). Aquel gesto no fue solo una despedida, sino una expresión de Su presencia continua entre nosotros. Cristo sigue bendiciéndonos hoy, para que demos fruto, y un fruto que permanezca(Juan 15,16).
¿Qué significa bendecir?
Bendecir a Dios es alabarlo, glorificar su nombre
“Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre”
(Salmo 103,1)
Al mismo tiempo, recibir una bendición de Dios es ser tocado por su gracia, su favor y su amor transformador.
La palabra “bendición” proviene del latín benedicere, que significa
“decir bien de alguien” o “desear el bien”.
Implica elogiar, afirmar y desear sinceramente el bien para los demás.
En inglés antiguo, blēdsian o blētsian incluso significaba
“consagrar con sangre”
haciendo referencia al carácter sagrado del acto de bendecir.
Hoy te pregunto:
• ¿Eres una bendición para tu familia y para los demás?
• ¿Deseas sinceramente el bien a los demás, incluso en momentos difíciles?
• ¿Cómo puedes convertirte en instrumento de bendición en tu vida cotidiana?
La Bendición en las Sagradas Escrituras
En la Biblia, la bendición es más que una palabra amable: es un acto de fe, muchas veces inspirado por el Espíritu Santo, y cargado de poder espiritual.
Bendiciones en el Antiguo Testamento
1. Isaac bendice a Jacob
“Que Dios te conceda el rocío del cielo y la riqueza de la tierra…”
(Génesis 27,27–29)
Aunque Isaac pensaba bendecir a Esaú, Jacob recibe la bendición a través de la intervención de Rebeca. Esa bendición marcó el destino de Israel.
2. Jacob bendice a sus hijos
“Reúnanse, y les anunciaré lo que les sucederá…”
(Génesis 49,1–28)
Cada hijo recibe una palabra profética única—una bendición que también es una invitación a la conversión.
3. Jacob bendice a Efraín y a Manasés
“El Dios que fue mi pastor... bendiga a estos muchachos.”
(Génesis 48,13–20)
Jacob cruza sus manos y da la bendición mayor al hijo menor—recordándonos que los caminos de Dios no siempre son los nuestros.
4. Dios bendice la creación
“Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra…”
(Génesis 1,28)
La primera bendición de la historia: vida, crecimiento y responsabilidad.
5. Dios bendice a Abraham
“Haré de ti una gran nación… por ti se bendecirán todos los pueblos.”
(Génesis 12,2–3)
Una bendición con impacto universal y eterno.
6. La bendición sacerdotal
“El Señor te bendiga y te proteja…”
(Números 6,24–26)
Fórmula litúrgica que sigue vigente hoy, signo del deseo de Dios de acompañarnos.
7. Bendiciones por la obediencia
“Si escuchas atentamente al Señor… vendrán sobre ti todas estas bendiciones…”
(Deuteronomio 28,1–2)
La obediencia abre el corazón a la abundancia de Dios.
Bendiciones en el Nuevo Testamento
1. Jesús bendice a los niños
“Los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.”
(Marcos 10,16)
Imagen tierna de amor divino y cuidado.
2. Las Bienaventuranzas – Bendiciones del Reino
“Felices los pobres de espíritu…”
(Mateo 5,3–12)
Jesús redefine las bendiciones desde la lógica del Reino: humildad, misericordia, pureza, paz.
3. María es bendecida
“¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!”
(Lucas 1,42)
Isabel, llena del Espíritu Santo, reconoce la misión de María en la historia de la salvación.
4. Zacarías bendice a Juan el Bautista
“Tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo…”
(Lucas 1,76–79)
Una bendición llena de Espíritu y profecía.
5. La bendición de san Pablo
“Que el Dios de la esperanza los colme de alegría y paz…”
(Romanos 15,13)
Una oración apostólica de bendición y fortaleza espiritual.
¿Bendices como acto de fe?
Cuando bendices a tus hijos, nietos o incluso a un desconocido… ¿eres consciente de que estás invocando la presencia de Dios sobre ellos?
¿Es solo una costumbre, o una expresión de fe profunda?
Cada vez que bendices, te conviertes en colaborador de la esperanza (Romanos 15,13). Afirmas la dignidad del otro y lo encomiendas al cuidado de Dios. Sembrás paz, sanación y alegría.
Reflexión Actual: Fiducia Supplicans
El reciente documento del Vaticano Fiducia Supplicans nos recuerda que:
Pedir una bendición es abrir el corazón a la misericordia de Dios.
Aunque haya fragilidades o situaciones complejas, la bendición no es una recompensa por la perfección, sino un signo de la cercanía pastoral de la Iglesia, un llamado a crecer y caminar hacia la luz del Evangelio.
Vivir en clave de bendición
Puedes bendecir en cualquier momento:
• En el semáforo
• En el supermercado
• Durante una caminata
• Incluso a quienes te maldicen—bendícelos
“Bendigan a los que los persiguen: bendigan y no maldigan”
(Romanos 12,14)
Bendecir no nos disminuye, sino que multiplica la gracia. Es un acto valiente de esperanza, porque al bendecir, confiamos en que Dios está actuando, incluso cuando no vemos el fruto de inmediato.
Una Bendición Final para Ti
“Que el Señor te bendiga y te proteja.
Que tu hogar se llene de paz.
Que tu corazón rebose de esperanza.
Que tu camino esté colmado de alegría.
Que Dios te bendiga: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.”
Queridos amigos en Cristo
Por favor, bendíganme también a mí, con sus propias palabras y desde su propio corazón.
Porque caminamos juntos—como peregrinos de la esperanza, bendiciendo y siendo bendecidos.
¡Somos peregrinos de la esperanza!
¡Que viva la esperanza!